Este sábado 31 de diciembre falleció el Papa emérito, Benedicto XVI a los 95 años en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, lugar que fue su residencia desde su histórica renuncia al pontificado.
“Benedicto XVI ha vuelto a la casa del Padre”, así fue el anuncio que realizó la oficina de prensa del Vaticano para dar a conocer su deceso:
“Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Apenas sea posible se proporcionará mayor información”, se lee en la nota de prensa del director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
En conferencia de medios realizada en la Sala de Prensa del Vaticano, Bruni informó a conocer que será el próximo jueves 5 de enero cuando se celebre el funeral en memoria de Joseph Ratzinger en la Plaza de San Pedro, misma que será presidida por el Santo Padre.
Desde los últimos días, el estado de salud del Papa emérito se había agravado sumado a su avanzada edad. Incluso el Papa Francisco había hecho pública su condición de salud el pasado 28 de diciembre cuando invitó a ofrecer una oración por su predecesor:
“Oremos juntos por el Papa Emérito Benedicto XVI, que en el silencio sigue rezando por la Iglesia. Pidamos al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”.
Su elección por el 4° escrutinio dentro de un cónclave como jerarca de la Iglesia Católica, el 19 de abril de 2005, fue dada en gran medida, gracias a su estrecha colaboración a lado de Juan Pablo II desde inicios de los años 80.
Estas fueron las primeras palabras de Benedicto XVI, desde la ventana de la Plaza de San Pedro al convertirse en el máximo representante católico:
“Queridos hermanos y queridas hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor…”
Desde 2005 hasta 2013, Benedicto XVI ocupó el cargo asignado hasta el momento de anunciar su retiro, decisión que sorprendió al mundo entero, convirtiéndose en el primer Papa en dimitir, desde Gregorio XII en 1415.
Los motivos que lo impulsaron para esta tajante decisión fueron expresados por él mismo:
.”Después de haber examinado repetidamente mi consciencia ante Dios, llegué a la certeza de que mis fuerzas, debido a una edad avanzada, ya no son aptas para un adecuado ejercicio del ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, debido a su esencial naturaleza espiritual, debe llevarse a cabo no solo con palabras y obras, sino también con la oración y el sufrimiento”.
Durante su pontificado, Joseph Ratzinger tuvo que enfrentar diversas crisis dentro del la iglesia católica, especialmente los escándalos relacionados con los delitos de abusos sexuales a menores, por parte de miembros de la iglesia en diversas partes del mundo.
