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Biden quiere aplicar un nuevo impuesto de 25% a los ricos

Con promesas sociales y aumentos de impuestos para los ricos, el proyecto de presupuesto presentado este jueves por Joe Biden tiene en la mira las elecciones de 2024, pero sus medidas más contundentes tienen pocas posibilidades de aprobación en el Congreso.

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“Mi presupuesto refleja lo que podemos hacer para aliviar la carga de los trabajadores estadounidenses”, dijo Biden en un discurso ante líderes sindicales en Filadelfia, Pensilvania, un estado estratégico para las elecciones de 2024 a la reelección.

El demócrata de 80 años parece querer atraer a los votantes del movimiento “Make America Great Again” (MAGA) de su predecesor, el republicano Donald Trump. Biden intenta convencer a la clase media de que las medidas más beneficiosas son la autoría demócrata.

El plan presupuestario de 2024 prevé reducir el déficit fiscal proyectado en casi 3 billones estadounidenses durante los próximos 10 años.

Pero sus medidas más llamativas casi no tienen posibilidades de ser aprobadas, ya que el Partido Demócrata solo controla la cámara alta del Congreso, el Senado. La Cámara de Representantes está en manos de los republicanos, que se oponen con vehemencia a aumentar los impuestos.

Un presupuesto sin querer

El presidente de Estados Unidos quiere introducir un impuesto mínimo del 25% para los multimillonarios, es decir, el 0.01% de los más ricos. Con ingresos adicionales, Biden estima que podría asegurar la financiación de Medicare durante otros 25 años, un seguro médico público que beneficia a los estadounidenses mayores de 65 años.

“Mi presupuesto pedirá a los ricos que paguen su parte justa para que los millones de trabajadores que ayudaron a construir esa riqueza puedan jubilarse con el Medicare que pagaron”, tuiteó Biden.

El presidente demócrata también quiere aumentar la carga fiscal de las empresas, del 21% al 28% de sus ingresos, todavía muy por debajo del 35% que imperaba antes de la reforma del expresidente Trump en 2017.

El presidente republicano de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, calificó el plan de “propuesta imprudente” y lo comparó con “políticas de gasto de extrema izquierda que han llevado a una inflación récord” y “la actual crisis de la deuda”.

A su juicio, es necesario “reducir el gasto público innecesario”.

Biden propone reducir algo de gasto, especialmente en el sector farmacéutico y la industria petrolera. Y, para seducir al electorado republicano, dijo que su presupuesto prevé grandes inversiones en defensa y ejército.

Uno de los apartados del presupuesto está enfocado en la migración, especialmente en la frontera con México, un tema que causa dolores de cabeza al gobierno a pocas semanas de la suspensión de una ley que permite impedir el ingreso de casi todos los migrantes interceptados en la frontera por razones de salud.

Para “mejorar la seguridad fronteriza y la aplicación de la ley”, casi 25 mil millones de dólares se destinarían a Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) e Inmigración y Control de Aduanas (ICE), un aumento de casi 800 millones desde 2023.

El monto incluye, entre otras cosas, fondos para contratar a 350 agentes de la patrulla fronteriza adicionales, 535 millones para tecnología de seguridad en los puertos de entrada y 40 millones para combatir el tráfico de fentanilo, un opioide producido principalmente en México por carteles de la droga que causan estragos en los EU.

Dado el creciente número de migrantes interceptados en la frontera con México (más de dos millones en 2022), el presupuesto propone un nuevo fondo de 4 mil 700 millones para ayudar al DHS (Departamento de Seguridad Nacional) a “responder a aumentos repentinos de migración”.

Para abordar las llamadas “causas fundamentales de la migración y mejorar la vida de las personas en Centroamérica”, Biden solicita más de mil millones de dólares como parte de su compromiso de proporcionar 4 mil millones de dólares en cuatro años para ese fin.

Biden también pide 430 millones para gestionar la migración, 40 millones para “apoyar programas focalizados para mejorar la vida de los migrantes y refugiados” en América Latina y el Caribe y 75 millones para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El gobierno también proporciona 865 millones para procesar casos de asilo y planea invertir 291 millones en Haití, un país sumido en una profunda crisis humanitaria.

¿Y el techo de deuda?

Hay otro problema financiero apremiante tanto para los demócratas como para los republicanos: el llamado “aumento del techo de la deuda”.

Estados Unidos debe aumentar periódicamente, mediante una votación en el Congreso, la capacidad de endeudamiento del gobierno.

Kevin McCarthy garantiza que sus filas no votarán a favor de subir el techo de la deuda hasta que Joe Biden frene el gasto público.

Hay mucho en juego: si la confrontación se prolonga demasiado, Estados Unidos estaría en riesgo de incumplimiento.

La deuda de la mayor economía del mundo alcanzó el 19 de enero los 31,4 billones de dólares, techo por encima del cual el país ya no puede emitir bonos para financiarse y, por tanto, ya no puede honrar sus pagos. Por ahora, el gobierno ha tomado medidas temporales para seguir pagando.

LEG

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