Desde enojo y estrés hasta golpe de calor o deshidratación, son las consecuencias de las altas temperaturas que se han registrado en el país; sin embargo, lo más preocupante es que, debido a ello, podría aumentar la violencia, advirtió el doctor en Neurociencias, Daniel Álvarez Núñez.
El coordinador de la maestría en Neuropsicología de la Escuela de Psicología de CETYS Universidad, campus Mexicali, dijo a La Razón de México que, además de tomar precauciones para evitar golpes de calor y problemas de salud física, quienes viven en entidades donde la temperatura es extrema deben conocer cómo ésta impacta en su cuerpo para prevenir consecuencias emocionales y cognitivas.
Desde marzo y a la fecha, los termómetros han empezado a batir récords de máximas temperaturas alcanzadas, particularmente en el norte de México, donde diversas olas de calor han provocado el registro de 50 grados Celsius, con sensaciones térmicas incluso superiores, en entidades como Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, aunque también en Campeche y Yucatán.
Las autoridades de la Secretaría de Salud han alertado que la tercera ola de calor del año en México provocará temperaturas de más de 40 grados e incluso el termómetro superará la barrera de los 40 Celsius en 19 estados, una condición que podría alargarse.
El especialista explicó que los seres humanos somos homeotermos; esto quiere decir que somos capaces de mantener una temperatura corporal constante, independientemente de la temperatura ambiental, y que la termorregulación se debe al trabajo de una estructura ubicada en la base del cerebro, llamada hipotálamo, la cual recibe información de los sensores de temperatura de la piel y de otras partes del cuerpo para controlar la temperatura y garantizar que todo funcione correctamente.
Para Guillermo Murray-Tortarolo, investigador del Instituto de Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estar dentro de un ambiente caluroso de manera constante puede generar efectos en distintas funciones del organismo, por ejemplo en el sueño, que se vuelve de menor calidad.
“No hay nada peor para el humor que el clima alto. Hay una tendencia a tener dificultades para conciliar y mantener el sueño de manera fluida a lo largo de la noche y, al no tener un descanso reparador, durante el día disminuye nuestro rendimiento y tendemos a ser menos tolerantes ante algunos estímulos o situaciones”, refirió el especialista.
“El calor extremo es percibido como un tipo de estresor que genera incomodidad y rompe el equilibrio o balance ideal en el cuerpo, teniendo como respuesta un comportamiento de lucha o de huida”, agregó.